EN FAMILIA

La historia de MIMO empieza muchas veces. La primera, en 1995, cuando Olga, una enfermera de baja por complicaciones de posparto, encuentra en la máquina de coser una forma de seguir cuidando.

El primer saco térmico es para la abuela Quinti, modista en Burgos y su maestra de costura, de quien hereda la vocación. Con 94 años todavía repite: «Hija, es el mejor regalo que me has hecho». Olga sabe que, en realidad, el regalo es poder dárselo, y eso hace cada Navidad.

MIMO, conocido entonces como «el saquito de Olga», vuelve a nacer en 2008, esta vez en los mercadillos, donde vuela de las estanterías. Es un año duro para muchos, y cuando la vida se complica, lo sencillo cobra fuerza.

Desde entonces circulan por hospitales, casas de amigos, conocidos... Incluso bebés y mascotas lo piden, a su manera. Y hoy, Manu —quien da origen al modelo «petit»—, abre su legado al mundo digital con Ali, su pareja: ¡otro comienzo!

Treinta años de eficacia demuestran que, a menudo, lo más delicado tiene la mayor fuerza. Así es MIMO: una respuesta amable a momentos que no lo son tanto.

Preguntar «¿qué has comido?», mandar un mensaje de buenas noches, calentar un saquito para que no pases frío... son «te quieros»; nuestra familia los dice así.

Y qué suerte.

El calor de estar en casa

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